miércoles, 12 de julio de 2017

CÍRCULO DE SILENCIO DEL MES DE JULIO.

Esta tarde “podríamos” suspender el COMUNICADO INICIAL y estar todo el tiempo en silencio. Nos faltan las palabras para describir todo lo que está sucediendo con los MIGRANTES y REFUGIADOS que huyen de sus países, intentando llegar hasta EUROPA.

Las palabras ya no nos sirven, están tan manoseadas, hemos dicho tantas veces lo mismo, que pareciera que ya no expresan lo que queremos decir y denunciar.

Se ha dicho y se ha denunciado… que es ¡UNA VERGÜENZA! …  que los dirigentes y responsables de los gobiernos de la UE ofrecen el rostro más INHUMANO e INSOLIDARIO de EUROPA… se está globalizando la INDIFERENCIA y somos insensibles al dolor y al sufrimiento de tantos millones de personas que viven en una auténtica emergencia humanitaria.


Hoy queremos solidarizarnos y denunciar lo que ocurre en el viaje en camioneta de los inmigrantes que atraviesan el desierto. En ellas, pueden llegar a viajar 30 personas durante 3 o 4 días, sin espacio, con mucha sed y calor. Casi siempre hombres. Siempre inmigrantes de Gambia, Senegal o Nigeria ¿guinea en general no, pero Camerún también lo incluiría? que quieren alcanzar Libia para cruzar el Mediterráneo hacia Europa.

Sólo en el mes de abril, la OIM rescató a 900 personas que vagaban deshidratadas por las dunas del desierto. Hace unos días, 52 inmigrantes fueron encontrados miertos en la arena, otros 25 fueron rescatados. Llevaban cuatro días sin beber. Las noticias de nuevos hallazgos se suceden. 

La semana pasada, una vez más, una patera ha naufragado en el mar del estrecho a pocos kilómetros de nuestra ciudad, cuando intentaban llegar a las costas del sur de la península, solamente tres personas han sobrevivido, el resto, 49, están desaparecidos, no se han encontrado sus cuerpos.

Los que superan todas estas dificultades y, por fin, llegan a Europa, se encuentran con una Europa-Fortaleza que intenta por todos los medios deportares a sus países y sigue imponiendo sus políticas represivas. 



En marzo de este año, el comisario europeo de migraciones, el Señor Avramopoulos, instó a los Estados miembros a incrementar y acelerar las expulsiones de los migrantes indocumentados… Parece que, además de intentar frenar las llegadas a través de acuerdos con terceros países de dudoso compromiso con los derechos humanos, la expulsión se ha convertido en una de las estrategias oficiales europeas para gestionar la movilidad humana.

Una de las recomendaciones es la de aumentar los tiempos legales de privación de libertad en los CIE (60 días es el máximo en España). . Este tiempo, además de inhumano, se ha revelado como ineficaz… y nos preguntamos… ¿Por qué mantener esta medida tan extrema? ¿Por qué no avanzar en la reducción de plazos, hasta su total eliminación? ¿Por qué no destinar esos recursos a la acogida y hospitalidad, en vez de al encierro?

Quienes pasan por estos centros de internamiento sufren una doble desesperación: por un lado, la incertidumbre provocada por la amenaza de una inminente repatriación y por otro, las condiciones materiales en las que tiene lugar la privación de libertad mientras se produce la espera.


Queremos leer algunas experiencias que ilustra lo que denunciamos:

HAMID: Llegó junto a su esposa a Andalucía en una patera. Estuvieron dos noches en el calabozo. Después ella salió, acogida por Cruz Roja, y él fue enviado por el juez a un CIE. Su mujer pidió a Cruz Roja que la trasladaran a la misma ciudad que a su esposo, pero le dijeron que no era posible. Desesperado, se tragó una pieza de metal y tuvo que ser trasladado al hospital. Sin embargo, esto no fue obstáculo para acabar siendo expulsado. No consta que se le realizara un informe médico previo a la expulsión… Él, desde Argelia, asegura que volverá para reunirse con su mujer, aunque le cueste la vida.

OMAR: La primera vez que vino a España se quedó cuatro meses y luego fue expulsado. La segunda vez fue devuelto directamente. La tercera, iba en una patera que fue interceptada y lo llevaron al CIE. Quiere irse a Francia a buscar a su madre, que lo abandonó cuando tenía cinco años y vive en Marsella. Su única razón de vida es encontrar ¿cómo termina?

Estas dos experiencias son un pequeño ejemplo de muchas historias invisibles que se suceden constantemente en nuestro país, en nuestra ciudad.

¡¡¡¡QUEREMOS UNA EUROPA DONDE PRIMERO, SIEMPRE, SEAN LAS PERSONAS!!!! 

Para ello se necesita, la puesta en marcha de forma urgente de vías legales y seguras y un cambio en el enfoque de la política migratoria que tenga en cuenta las causas reales de la movilidad humana y priorice la vida de las personas...
¡¡¡No paremos  hasta conseguirlo!!!

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