En nombre de la protección de
Europa:
Violencia, muerte e impunidad en la
frontera.
Hoy, son
numerosas las fronteras que siguen siendo cada día lugares de violación de los
derechos humanos y de la dignidad de cada persona: Turquía, Grecia, Macedonia,
Italia, Francia, Colombia, Panamá… Estos días, centenares de familias de migrantes
originarios de Afganistán están bloqueadas entre las fronteras de Serbia y
Hungría por el refuerzo de los controles, amenazados de ser expulsados hacia
Belgrado.
En España y
aquí mismo, en nuestra ciudad de Ceuta, cada semana se producen situaciones de
violencia hacia quienes se ven obligados a dejar sus países. Queremos hoy hacer
eco de tres testimonios que relatan la violencia que se está produciendo
alrededor de la alambrada.
El 16 de
junio, Momo un
maliense de 25 años, uno entre las decenas de migrantes que han intentado
acceder a Ceuta a través de la valla de Benzú, cuenta la violencia que
emplearon los militares marroquíes para parar el intento: “Era muy de madrugada…Segundos más tarde de bajar a toda velocidad
hacia la playa, comenzamos a oír detonaciones y, ante ellos, apareció un gran
número de militares armados con palos y acompañados por perros. Nos subimos a
unas piedras para resguardarnos, pero los perros nos descubrieron. Yo logré
correr en sentido contrario, pero los demás se quedaron paralizados”. Momo
evoca la reacción de los soldados y el espanto que su presencia provocó entre
sus compañeros: “Los golpeaban con los
palos y las culatas de sus fusiles y los obligaron a ponerse boca abajo en el
suelo; yo seguí hacia arriba y me escondí. Uno de mis amigos no consiguió
escapar de la redada de los militares. Lo vi ayudado por dos compañeros,
malherido, con una pierna rota y muchas contusiones, y allí no había nadie para
atendernos”.
El día 23 de
junio, es Star, otro joven subsahariano en Marruecos desde 2013, quien pasó 30
horas en la valla, antes de ser devuelto. Star lo cuenta así: “Miraba a los guardias a los ojos, intentaba
saber qué podían sentir en sus corazones, si quedaba piedad dentro de ellos.
Les miraba e intentaba decirles que hoy era el día en el que ganaban ellos o
moría yo. Al final el hambre, la sed, el dolor me pudo y bajé con la grúa que
habían preparado. No podía tenerme en pie, pensé que tal vez me abrazarían, me
sostendrían porque es Europa y allí todo es mejor. Pero no les quedaba piedad y
me devolvieron mientras me arrastraba". Saltó la valla junto con otros
tres compañeros, dos de ellos con edades comprendidas entre los 16 y 17 años.
El primero bajó de la valla sobre la media noche del día 23, los menores
aguantaron hasta las cinco de la madrugada, todos sufrieron devoluciones en
caliente.
El pasado viernes 8 de julio, un joven camerunés
encontró la muerte cuando intentaron llegar con su grupo al vallado. Según
testigos presenciales, mientras intentaban escapar de las fuerzas auxiliares,
muchos inmigrantes se metieron en el agua. Los militares habrían lanzado
piedras sobre los que huían. Alcanzado por una piedra, el joven se habría
ahogado. La familia del fallecido ya ha identificado el cuerpo. Este día,
decenas de subsaharianos fueron detenidos y trasladados al sur del país tras el
intento de entrada, algunos con heridas.
Las violencias, los muertos y la impunidad perduran en
las fronteras, en nombre de la lucha contra la inmigración irregular y la
protección de la fortaleza-Europa. Queremos denunciar la indignidad con la que
las políticas actuales tratan a personas, familias, niños y niñas que buscan
solamente protección, cumplimiento de sus derechos y la oportunidad legítima de
vivir bien.