El pasado miércoles 11 de julio nos reunimos una vez más en el circulo de silencio para manifestar nuestra
profunda consternación por el desalojo violento de los campamentos de migrantes
en las ciudades marroquíes Fes y Casablanca.
El fin de semana del 7/8 de julio, las autoridades
marroquíes han desmantelado el campamento de Fez “la gare” donde desde hace
años conviven pacíficamente hasta dos mil migrantes subsaharianos. El desalojo
se ha producido de forma sumamente violenta, quemando el campamento junto con
una gran parte de las pertenencias de los residentes, sin previo aviso del
desalojo. Muchos de los residentes del campamento han sido deportados a
ciudades del sur de Marruecos, entre ellos niñas y niños.
El mismo domingo estalló, por causa desconocida,
un incendio en el campamento de Casablanca que llevó a su destrucción y
desalojo.
Tal y como manifiesta uno de los residentes de
este campamento, el incendio es, una vez más, una prueba viva de la
desprotección completa de la población migrante en Marruecos. En muchos casos
se les deniega alquilar casas en las ciudades y son expulsados de sus calles,
quedándoles como único espacio sus campamentos auto gestionados. La destrucción
de estos espacios forman parte de unas políticas de control migratorio que por
un lado niegan el derecho a transitar y por otro el derecho a permanecer,
dejando a la población migrante en un limbo de no-derechos.
Estás violaciones de los derechos humanos y la
integridad de las y los migrantes en Marruecos se están ejerciendo bajo la
buena vista de los estados europeos. Es más, con la cumbre europea celebrada
los pasados 28 y 29 de junio en Bruselas, se reafirmó de nuevo la estrategia de
pagar a los estados vecinos de la Unión Europea para impedir la migración irregular
hacia Europa, sea cuales sean los medios aplicados. 90,5 millones de euros se
han destinado a los países del Magreb para impedir la salida de personas
refugiadas y migrantes hacia Europa. Partes de ese fondo llegando a manos de
los guardacostas libios.
Mientras tanto, en el Mediterráneo, más que 1400
personas murieron ahogadas durante los seis meses que van de año. Ante una
pérdida humana de tal magnitud resulta inhumana y repugnante la actitud del
gobierno italiano, respaldado por el gobierno maltés y ministros de otros
países europeos. Negar el atraque de buques de rescate en puertos italianos
solo ha sido el primer paso. Actualmente, mientras los náufragos mortales ante
sus ojos no cesan, están impidiendo la salida de buques de rescate y un avión de
búsqueda de ONGs, acusándoles de tráfico de presonas. Como es el caso del
capitán alemán del buque Lifeline que tendrá que defenderse ante los
tribunales.
No queremos vivir en una Europa, donde quien
salve vidas tenga que justificarse y la solidaridad se convierta en un crimen.
Frente a esa normalización inquietante de la
denegación de auxilio, la acogida del buque Aquarius con 629 náufragos a bordo
ha sido un gesto importante y necesario. Expresamos nuestro sincero apoyo a
ciudades solidarias como las de Barcelona y Valencia, cuyas administraciones
han hecho posible la llegada del buque.
Sin embargo, también somos testigos de cómo
otros, que no llegan desde las aguas lejanas de Libia sino desde el país vecino
Marruecos, son acogidos en gimnasios o dejados en la calle. Hasta demandantes
de asilo se ven abandonados. “No somos del Aquarius pero seguimos a la deriva”
y también merecemos una “acogida digna”, reclama un grupo de jóvenes en su
manifestación el 10 de julio en Madrid. Pedimos al estado español que preste una acogida digna a
todas las personas que huyendo de sus países de origen o tránsito llegan a las
costas españolas, pasando por la pesadilla de cruzar el mar en patera.
CON NUESTRO SILENCIO DEMANDAMOS:
SOLIDARIDAD
CON TODAS LAS PERSONAS RESIDENTES DE LOS CAMPAMENTOS DE FEZ Y CASABLANCA!
LA
APERTURA INMEDIATA DE TODOS LOS PUERTOS EUROPEOS A NÁUFRAGOS EN EL
MEDITERRÁNEO!
UNA
ACOGIDA DIGNA PARA TODAS Y TODOS
NO
MÁS MUERTES EN EL MEDITERRÁNEO
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