Ayer, como cada segundo miércoles de mes, nos reunimos en este círculo de silencio; no nos cansamos de alzar la voz en nombre de tantas personas que sufren la injusticia, concretamente ayer, la alzamos por aquellos niños y niñas inmigrantes y refugiados.
Casi 50 millones de niños de todo el mundo, por hacer un cálculo prudente, han atravesado fronteras o han tenido que desplazarse a la fuerza. Más de la mitad de esas niñas y niños, 28 millones en total, han escapado de la violencia y la inseguridad, y de ellos, más de 10.000 están desaparecidos en Europa. Estos niños pueden ser refugiados, desplazados internos o migrantes, pero, antes que nada, son niños, sin importar de dónde vienen, quiénes son y sin excepción alguna.
Los niños no tienen la culpa de las bombas y los tiroteos, de la violencia de las pandillas, de la persecución, de los campos de cultivo devastados ni de los salarios bajos que reciben sus familias y que los obligan a dejar sus hogares. A pesar de ello, la guerra, los conflictos, el cambio climático y la pobreza les afectan más que a nadie. Ese mundo no es lugar para un niño…
Los niños migrantes y desplazados están más expuestos a sufrir algunas de las peores formas de abusos y otros daños. A menudo están a expensas del contrabando humano y suelen caer en las redes de los tratantes y otros criminales. A muchos se les somete a formas extremas de abusos y privación durante sus viajes. Ayudar a los niños desplazados y migrantes a escala local y mundial es una responsabilidad que todos compartimos y para detener estas violaciones es necesario:
- Proteger a los niños refugiados y migrantes, especialmente a los no acompañados, de la explotación y la violencia.
- Mantener unidas a las familias como la forma más adecuada para proteger a los niños y concederles un estatus legal.
- Mantener estudiando a todos los niños refugiados y migrantes y darles acceso a la salud y a otros servicios de calidad.
- Insistir en la necesidad de abordar el fenómeno migratorio desde las causas que lo provocan.
- Promover medidas para combatir la xenofobia, la discriminación y la marginación en los países de tránsito y de destino.
También queremos denunciar la situación vivida el pasado sábado día 10, por un grupo de subsaharianos que intentaron su entrada en Ceuta. Unas 60 personas lograron encaramarse en la valla y tras 9 intensas horas de calor, angustia, tensión e inseguridad, se les obligó a bajar, aplicándoseles las devoluciones en caliente y siendo devueltos a Marruecos. Esta práctica fue cuestionada por la Defensora del Pueblo, la cual pidió a las fuerzas de seguridad que se les aplicara la ley, realizando el reconocimiento personal que ésta exige. Como es el derecho de acogerse a las condiciones de asilo o protección internacional. En este grupo se encontraban varios adolescentes.
Ante estas situaciones, pedimos a los responsables políticos que respeten los derechos humanos y la dignidad de las personas por encima de la ley.
Y llamamos a la conciencia de todos los ciudadanos a implicarnos en el cambio hacia una sociedad más justa y solidaria ya que es una responsabilidad, que todos y todas compartimos.
Hier, comme chaque deuxième mercredi du mois, nous nous réunissons dans ce cercle de silence. Nous ne nous fatiguons pas de lever la voix au nom de toutes les personnes qui souffrent l’injustice, et concrètement aujourd’hui, nous levons la voix pour les enfants immigrants et réfugiés.
Environ 50 millions d’enfants du monde entier ont traversé les frontières ou ont été forcés à se déplacer. Les enfants migrants et déplacés sont les plus exposés à souffrir d’abus ou de violences. Aider ces enfants au niveau local ou mondial est une responsabilité de tout le monde.
Nous voulons aussi dénoncer la situation vécue samedi dernier, le 10 septembre, par un groupe d’africains qui a tenté de rentrer à Ceuta. 60 personnes ont réussi à grimper la barrière, et après 9h intenses de chaleur, angoisse, tension et insécurité, ils ont été obligés à descendre et il leur a été appliqué le principe de « refoulement à chaud » et ont été renvoyés au Maroc.
Devant ces situations, nous demandons aux responsables politiques qu’ils respectent les droits de l’Homme et la dignité des personnes comme valeurs supérieures à la loi.
Et nous appelons à la prise de conscience de tous les citoyens, pour que nous nous impliquions dans le changement vers une société plus juste et solidaire. C’est une responsabilité commune.
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