miércoles, 13 de enero de 2016

CIRCULO DE SILENCIO.

ACTO DE SOLIDARIDAD POR LOS MIGRANTES Y REFUGIADOS.


De nuevo hoy, segundo miércoles del mes y del año, nos hemos reunido en Ceuta, para que nuestro silencio se oiga bien fuerte. 


Segunda vez que se lleva a cabo esta iniciativa ciudadana que cada vez cuenta con más participación.


                         


Esta vez, desde Elín, hemos querido compartir una historia que nos es muy familiar, una experiencia real de una persona que ha vivido entre nosotros y nosotras:


“Salí de mi país para buscar una oportunidad de seguir con mis estudios y mejorar mi vida...

De pequeño, mi padre, la persona  que se hacía cargo de la economía familiar, murió. Mis hermanos y yo nos quedamos bajo la responsabilidad de mi madre. Ella no trabajaba fuera de casa, así que, desde este momento tuve que empezar a trabajar durante las vacaciones escolares para comprarme el material necesario para la escuela... Fue así hasta conseguir mi bachillerato.

En el año 2012, había solicitado una preinscripción en la universidad de Havre en Francia, donde me aceptaron. Ya sólo me quedaba solicitar a la embajada de Francia el visado para viajar. Cómo a la mayoría de jóvenes estudiantes en mi situación,  me lo denegaron porque me habían pedido una cuenta en el banco con la cantidad mínima de 8000€.
Para conseguir esa cantidad de dinero en el banco, mis hermanos y yo teníamos que haber trabajado sin descanso, día y noche, durante unos cuantos años… y, con mucha suerte, llegaríamos a reunir una parte…  Era evidente que no los tenia, así que perdí mi oportunidad.

No quería abandonar los estudios, así que busqué una opción en la universidad pública de mi país, en lengua inglesa. Estudiaba y trabajaba durante todo el día para costearme los estudios y aportar algo a la casa.
Sin embargo, el mismo  año que comencé los estudios allí, eran  elecciones presidenciales. Hubo muchas huelgas, manifestaciones, revueltas que se cobraron la vida de varias personas... Tampoco tenia cómo pagarme los estudios en la universidad privada, así que pasé un curso completo sin estudiar hasta que volvió la normalidad…
Me dediqué a buscarme la vida, trabajar en lo que encontraba para conseguir algo de dinero y poder seguir ayudando a la familia.
Dos años mas tarde, en 2014, ya no podía más y tome la decisión de salir del país con la intención de llegar a Marruecos e intentar trabajar y ahorrar algo de dinero para pagarme una formación allí... Pero cuando llegué, todo fue diferente a lo que imaginé... fue un tiempo muy duro. No tenía nada para mantenerme, ni comer, ni donde dormir, nadie me ayudaba, sufrí mucho racismo, discriminación por mi color de piel…

Finalmente pude encontrar a paisanos míos que me acogieron. Conseguí algo de trabajo durante un tiempo, lo justo para mantenerme, pero no lo suficiente para poder conseguir mi objetivo.
En la fiesta de cordero del 2014, me fuí a Tanger para pasar la fiesta con un familiar que vivía allí… Me hablaron del viaje a España y aunque sabía que era peligroso, me decidí a intentarlo, ya que era la única manera de conseguir lo que quería. De ninguna otra forma, lo podría alcanzar.

Así fue, me lancé a la zodiac y tuve mucha suerte, suerte que muchos de mis paisanos y jóvenes que como yo, decidieron probar, nunca tuvieron. La suerte les abandonó en el mar, o en el desierto, o en el bosque, dejándoles en manos de la desgracia, de la muerte “.

          

De nuevo hoy nos reunimos en este círculo del silencio para apelar a las conciencias, para visibilizar lo que continúa ocurriendo en diferentes fronteras del mundo, y aquí,  en nuestra frontera Sur. Hoy lo hacemos con una de esas miles de historias que han pasado por Ceuta, que nos muestra el sufrimiento injusto, sólo por querer disfrutar de una vida digna, consecuencia de la vulneración de un derecho tan fundamental como es el derecho a la libre circulación.

De nuevo en este mes, al menos, 4 personas han perdido la vida en las aguas del estrecho tras intentar pasar la frontera. Tuvieron lugar 10 intentos de entrada de cientos de migrantes. Muchos de ellos lograron pasar a Ceuta, pero otros muchos no alcanzaron la suerte, sino la desdicha, ya que han sido castigados, maltratados, perseguidos y deportados al desierto.

         


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