El pasado 10 de Abril, Estefanía y Jesús visitamos a algunos de los chicos en el CIE de Tarifa. Este es el relato de un encuentro muy especial.
Ciudad del viento donde las gaviotas sobrevuelan libres entre el mar, el castillo y la pequeña isla de la Paloma Blanca. Ya el taxi que nos llevaba, por no complicarse, no quiso acercarse más por el espigón que une la ciudad con ese pedazo de tierra al que llaman isla y que da la bienvenida salvaje y abandonado. Nos dirigimos al lugar expectantes, buscando una puerta que no encontrábamos.
Entrada a la "Isla de Paloma Blanca", donde se encuentra ubicado el CIE de Tarifa |
Vista de la ciudad de Tarifa desde la "Isla de Paloma Blanca". |
Sin saber dónde dirigirnos nos asomamos. Uno de los obreros nos indicó dónde estaba la puerta para entrar. Al girar vimos a 7 policías; y cabía la pregunta: “¿tanta gente para controlar el qué?”. Uno de ellos llevaba en sus manos una escopeta de bolas, era enorme y no se entendía muy bien su utilidad en aquel contexto.
Barracones colindantes al CIE. Al fonde los obreros pintando la fachada. |
De izquierda a derecha: Estefanía, Bable, Laye, Adamasi, Jesús y Seydou, dentro del CIE (el policía tiró la foto) |
Pensamos que estaría muy bien poder dejar constancia de aquel encuentro y le pedimos a los policías si nos podían sacar una foto. No es nada normal poder hacer eso en un CIE, y fue el mismo guardia el que nos la sacó. ¿Sería que en algún momento le tocó el corazón ver el cariño que nos mostramos?
Pista en el CIE donde los inmigrantes hacen deporte. Desde allí nos saludaron por última vez alzando los brazos. |
Ya fuera, rodeamos el edificio, y nos asomamos por un callejón para verlos por última vez, aunque fuera de lejos. Allí permanecimos algunos minutos contemplándoles. Nos acordamos de la infinidad de veces que habíamos jugado y hecho fiesta en Ceuta. Y casi sin pensar les aplaudimos con fuerza, con la esperanza de que así se rompiese esa oxidada valla y que todos quedasen en libertad. Ellos al escucharnos comenzaron a aplaudir con nosotros, fue un momento de protesta, de cariño, de unidad, de deseo de tirar aquellos muros y todos los que les oprimen.
Al fondo el exterior del CIE. Se puede ver la furgoneta de la policía frente a la pista polideportiva |
Al día siguiente, ya en casa, recibimos una gran noticia, muchos de los que llevaban más de 30 días en el CIE había sido puestos en libertad. Y es que desde que compartimos nuestra vida con ellos, creer en los milagros es algo cotidiano.
Queremos daros las gracias siempre por vuestra oración y la de ellos, que nos anima y empuja... a seguir en la brecha, a continuar haciendo visible esta realidad a la que tantos permanecen ajenos, pero que lleva inscrita rostros e historias de personas extraordinarias.
¡Sin duda, al final caerán estas cárceles que atentan contra la dignidad humana!
Una de las gaviotas que sobrevolaba la Isla, nos sugirió un símbolo de libertad |
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